domingo, febrero 17, 2008

Bloom, Shakespeare, el canon



Cayó en mis manos el ya canónico libro de Harold Bloom, El canon occidental, lo abordé, lo digerí, y tuve sentimientos encontrados. Bloom, un crítico literario que incluye a Freud dentro del canon, Borges y Neruda, pero no a Boccaccio ni a Cortázar. Que enuncia ´la extrañeza´ como aquello que convierte a los autores en canónicos. Bloom, el defensor del canon y de la literatura ´buena´, el agresor contra la “Escuela del Resentimiento”, que es como bautiza a todo lo que podemos abreviar como el enfoque postmoderno de los estudios literarios (estudios culturales, semiótica, postestructuralismo, análisis del discurso, teoría crítica, etc...).

Debo decir que su postura, de entrada, me choca, pues dijéramos que critica todo aquello que a muchos estudiantes de literatura (comparada) del siglo XXI nos fascina, nos hechiza: la teoría, la visión antropológica del hecho literario, la literatura como sistema de comunicación, la hermenéutica y la deconstrucción... Pero si molesta el desdén con el que nos trata –personalmente me inscribo dentro de lo que él llama ´La escuela del Resentimiento´-, el leer El canon occidental es una experiencia absolutamente enriquecedora. Hay algo de Bloom que atrae y emociona: su amor por la antigua tradición, por aquella concepción de la literatura que reinaba durante el Renacimiento y toda la época clásica, es decir la visión y práctica de la literatura a partir del ´modelo cognitivo humanista´ (Gadamer), en donde el status de la literatura era muy distinto al que tienen ahora las ´humanidades´, las cuales se encuentran epistemológicamente subvaluadas en comparación con las ciencias naturales, y donde ´lo estético´ ha sido reducido a una pura cuestión de gusto, específicamente a partir de la decimonónica separación de las ciencias en naturales y ´del espíritu´.


Así que es la pasión estética, el conocimiento profundo, detallado, de toda la literatura ´canónica´ lo que en resumidas cuentas atrae de la prosa de Bloom. Y no hay mejor forma de ilustrar su propuesta y de aproximarse a su obra que a través de una breve colección de citas referentes a lo que él llama el centro del canon, de la literatura, del universo: Shakespeare.

“No hay originalidad cognitiva en toda la historia de la filosofía comparable a la de Shakespeare, y resulta a la vez irónico y fascinante escuchar a Wittgenstein dilucidar si existe una verdadera diferencia entre la representación shakesperiana del pensamiento y el pensamiento mismo”. (20)

“...la insuperable dificultad de la fuerza más idiosincrásica de Shakespeare: siempre está por encima de ti, tanto conceptual como metafóricamente, seas quien seas y no importa la época a que pertenezcas. Él te hace anacrónico porque te contiene; no puedes subsumirle. No puedes iluminarle con una nueva doctrina, ya sea el marxismo, el freudismo, o el escepticismo lingüístico demaniano. Por contra, él ilumina la doctrina, no prefigurándola, sino posfigurándola; como si dijéramos, lo más importante que encontramos en Freud ya está en Shakespeare, además de una convincente crítica a Freud.” (35)

“El estudio de la literatura, por mucho que alguien lo dirija, no salvará a nadie, no más de lo que mejorará a la sociedad. Shakespeare no nos hará mejores, tampoco nos hará peores, pero puede que nos enseñe a oírnos cuando hablamos con nosotros mismos.” (41)

“Shakespeare, tal como nos gusta olvidar, en gran medida nos ha inventado; si añadimos el resto del canon, entonces Shakespeare y el canon nos han inventado por completo”. (51)

“Shakespeare y Dante son el centro del canon porque superan a todos los demás escritores occidentales en agudeza cognitiva, energía lingüística y poder de invención”. (55)

“...la mayor originalidad de Shakespeare reside en la representación del personaje...” (57); ...desde Falstaff en adelante aplicó el efecto de ese escucharse casualmente a uno mismo a todos sus grandes personajes, y particularmente a su capacidad de cambio. Ahí localizaría yo la clave de que Shakespeare sea el centro del canon. Al igual que Dante sobrepasa a todos los demás escritores, anteriores o posteriores, en el hecho de poner de relieve la inmutabilidad definitiva de cada uno de nosotros, la posición fija que debemos ocupar en la eternidad, de igual modo Shakespeare sobrepasa a todos los demás al evidenciar una psicología de la mutabilidad.” (58)

“Shakespeare, desde Falstaff en adelante, añade a la función de la escritura de imaginación, que era enseñarnos a hablar con los demás, la ahora dominante, aunque más melancólica, lección poética: cómo hablar con nosotros mismos”. (59)

“Resulta estimulante que (Shakespeare) no fuera como Nietzsche o el rey Lear, que se negara a enloquecer, aunque poseyera la imaginación de la locura, al igual que la de todo lo demás”. (66)

“En cada momento, la mente de Hamlet es una obra dentro de la obra, porque Hamlet, más que ningún otro personaje de Shakespeare, es un libre artista de sí mismo. (...) Shakespeare es el centro del canon al menos en parte porque Hamlet lo es.” 83

“Si puede decirse de Cervantes que inventó la ironía literaria de la ambigüedad que triunfa de nuevo en Kafka, Shakespeare puede ser considerado el escritor que inventó la ironía emotiva y cognitiva de la ambivalencia tan característica de Freud”. (85)

“El único papel de Dante ha sido centrar el canon para otros poetas. Shakespeare, en compañía de Don Quijote, sigue centrando el canon para un espectro más amplio de lectores. Quizá podamos ir más lejos; para Shakespeare necesitamos un término más borgiano que universalidad. Al mismo tiempo todos y ninguno, nada y todos, Shakespeare es el canon occidental.” 86

Bloom, Harold. El canon occidental. 2004 (1994). Anagrama, Barcelona. Traducción de Damián
Alou.

3 comentarios:

Unknown dijo...

Shakespeare es sin duda un canon, un hito de la buena literatura. Su más grande obra, obviamente Hamlet, nos atrapa a todos. A mi parecer por el eco del "to be or not to be", lo que nos da el estilo de la posición de Hamlet y siendo ésta enigmática nos muestra un sendero a uno de los pensamientos más antiguos de Freud, a saber: el Edipo (el de Sófocles o de la tragedia griega)como una fábula en donde podemos captar ciertos "retoños" del deseo (entendido desde Lacan). Así, me atrevería a decir que Hamlet es la tragedia del deseo. He ahí la genialidad de Shakespeare como escritor, su estilo, su forma, el lenguaje, lo dicho y lo no dicho, lo que hace de esta obra y de Shakespeare mismo un canon de la literatura occidental. Estoy de acuerdo con Bloom en eso.

Me parece excelente hacer una lectura shakesperiana de Freud pero no estoy de acuerdo con la idea de no hacer una lectura freudiana de Shakespeare... esta forma de Bloom deja ver su "fanatismo" y la deificación de la que hace objeto a Shakespeare y su obra.
Por otra parte, propongo, después de una lectura personal, una la lectura lacaniana de Hamlet. "Shakespeare... modifica para poner de manifiesto que el hombre no sólo está poseído por el deseo, sino que además tiene que encontrarlo, tiene que encontrarlo a sus expensas y a costa del más duro esfuerzo...únicamente lo encontrará en el curso de una acción que sólo se completa como acción mortal." J. Lacan

María Ximena O. dijo...

Hamlet, la tragedia del deseo, de la locura, del diálogo interno, de la muerte del padre y su venganza, del teatro dentro del teatro, de la traición, del amor y la muerte... de un ´ser o no ser´que no fue siempre igual de importante dentro de la historia de la recepción de la obra. (Más lo fue, por ejemplo, el ´there are more things, Horatio, between heaven and earth, than what are thought in your philosophy...";

más allá de una lectura freudiana de Shakespeare o viceversa, propondría hacer una lectura de cada uno desde ellos y hacia ellos mismos, con el fin de ver cómo, a partir de sus propuestas particulares, des-cubren las ´verdades´ de la ´realidad´ humana. Cada quien a su manera, con sus herramientas, desde sus propios discursos, explicables de manera óptima sólo a través de estos mismos.

Ante el juicio de Bloom hacia Shakespeare, quiero contraponer, sólo para efectos de balancear propuestas, ciertas palabras de Terry Eagleton, quien en la introducción de su libro "Literary Theory, an introduction", al explicar la subjetividad del concepto de literatura, afirma que "nadie quita que en el futuro, Shakespeare deje de ser considerado como literatura". Y esto, claro, nos hace recordar la silenciosa profecía de Foucault, repetida inadvertidamente a lo largo de toda su obra: la literatura es un discurso que, así como ha nacido en un contexto determinado, un día desaparecerá.

Queda preguntarnos, por supuesto, si el fin de Hamlet como literatura y el fin de la literatura en tanto discurso esta(rá) directamente relacionado con el fin nuestro, en tanto humanidad.

Unknown dijo...

Ofelia es uno de los personajes cruciales en la obra "Hamlet". ¿Qué representa Ofelia como sujeto femenino? y ¿Qué representa para Hamlet? ¿Qué es Ofelia en la obra en-sí-misma?
Desde donde estoy actualmente leyendo la obra, el lente lacaniano, creo que Ofelia es un objeto. Puede ser objeto de doble cara... pero lo seguiré desarrollando más adelante. Ophelio Ofelia Phallos.